martes, 29 de julio de 2008

Flashbacks


Lo bueno de haber renunciado a tener el control de mi mismo, o al menos a pretender tenerlo, es que las cosas fluyen mas fácilmente. Ya no peleo conmigo sino que, simplemente, dejo que las cosas pasen. Mindfulness attitude le dicen por acá. Me ha servido mucho esta estrategia ya que, lo que en otro momento sería motivo de consternación, ahora representa, simplemente, las novedades del día.

Entre las cosas que recibo con asombro, y a veces hasta con gracia, esta por ejemplo que voy caminando y, a lo lejos, me parece divisar a Adriana. Por supuesto, cuando estoy mas cerca me doy cuenta de que no es ella. O, como el otro día, que vi a Vladimir pasar delante de mi en una bicicleta y, de nuevo, estaba equivocado. Resulta que ahora no pasa un día sin que me “encuentre” con alguno de mis amigos que viven al otro lado del hemisferio.

Tengo mi propia teoría. Mi vista se las arregla para poner delante a las personas importantes. Una forma de distorsión perceptiva, con miras a satisfacer un deseo, para decirlo de la manera mas académica posible. Creo que es obvio que mi cuerpo dice lo que me resulta difícil poner en palabras. Así que tom
émosle la palabra al cuerpo; los veo porque quiero verlos o lo que es lo mismo, los extraño mucho mucho mucho.

Claro, como toda explicación, la mía no llega a ser perfecta. Aun me hace falta descubrir por qu
é me pareció ver a Fidel Castro manejando un Jaguar.

2 comentarios:

José Arato dijo...

Muy Interesante.

Veo que avanzas bien, cada vez estas más adentro de tu proceso, cosa que me satisface.

Evidentemente es una parte dolorosa, que queramos o no hay que vivirla. Pero mi satisfacción viene por el hecho que poco a poco iras mejorando, adentrandote más y más hasta un día recordarlo como un sueño.

Con respecto a Fidel en el Jaguar, no creo que estes muy lejos de la realidad. Uno nunca sabe. Peor sería ver a Chavez en un Jaguar, alli si pues me ire a vivir al Polo Norte con los pocos osos polares que quedan.

Un caluroso saludo.

adriana dijo...

No sé si alguna vez me recordarás como un sueño, si es así, espero que sea placentero.
Yo te recuerdo en las ollas, la aspiradora, las cucharas, los cuchillos, el té de las tardes, las conversaciones sobre los sueños, el respaldo azul aterciopelado. Y cuando suena el timbre cada lunes a las 8:30 am.

A veces preferiría que no fueran recuerdos. Pero no me quejo; Dentro de un rato cumplo treinta y siete años, y si no fuera por ti, el recuerdo, sería yo.

Gracias infinitas, siempre.

Te quiero.

*A