jueves, 7 de agosto de 2008

miércoles, 6 de agosto de 2008

Hombres, mujeres y la exploracion del sexo dentro del mismo sexo


Bourdieu plantea, con toda razón, que las mujeres han estado sometidas a la dominación masculina. Esta idea debe tomarse con cautela, en la medida en que, puesta de este modo tan general, hace pensar que este dominio se extiende a todo su ser. Sin embargo, hasta casi el final del siglo XIX, el control se centró en los cuerpos de las mujeres, sin tomar en cuenta sus sentimientos y algunos de sus deseos sexuales. Cosa curiosa, entonces, la medicalización del cuerpo femenino corrió a la par de la libertad homoerótica.

Fue con Freud que los hombres tomaron conciencia de los deseos truncados de las mujeres y de como aquellos dirigidos a los hombres, especialmente al padre, se reprimían y retornaban bajo la forma de síntomas psicológicos. Lo que siempre quedo fuera de todo análisis, y de las leyes contra la sodomía que se aplicaban con rigor a los hombres, fueron los deseos sexuales hacia el mismo sexo. De manera que para la sociedad era invisible el vínculo erótico de ciertas amigas (como los personajes de The Bostonians, la novela de Henry James). Esto continua, y es mas fácil que sospechemos de Batman & Robin que de Laverne & Shirley.

Por el contrario, la historia para los hombres, esos supuestos ciudadanos libres de la polis, fue mas severa en la medida en la que no solo era el control del cuerpo sino, especialmente, el control de los deseos sexuales hacia los de su mismo sexo. Precisamente por esto, el mundo de los hombres que tienen sexo con otros hombres, ese universo paralelo que es casi del tamaño de la sociedad entera, ha emergido como un submundo oscuro y sórdido, crecido en sus grietas, por lo general carente de amor y saturado de orgasmos que se inscriben en una idea del sexo como mecánico. Un ejemplo de esto, mas o menos conocido por todos, es la situación de los personajes de la película Brokeback Mountain.

Aparece así una paradoja contemporánea, que las supuestas dominadas tienen mas libertad sexual que los libres, quienes se encuentran presos, y aparentemente conformes, con los límites impuestos por su propio género. Y hay que decir aparentemente conformes porque los actos de resistencia cotidianos se ven por doquier; cuando en un urinario alguien expone su miembro "porque siempre hay un marico que quiere ver", cuando un hombre dice que no es marico porque penetra a otro sin dejarse penetrar, cuando le hace sexo oral a otro hombre pero aclara que no es homosexual, cuando necesita emborracharse para permitirse lo que de otro modo no aceptaría...

Llegamos así a finales del siglo XX, cuando el feminismo sirvió de plataforma de lanzamiento para el lesbianismo. Unas décadas mas tarde, y como reacción a la presencia de las mujeres, los hombres empezaron a pensarse a si mismos, aunque no para deconstruirse sino para reforzar las murallas sociales y los diques psíquicos que mantienen su libido bien contenida (y sus asaltos bien desconectados de la conciencia). "Que no nos cuestionen, nosotros sabemos muy bien en que consiste ser hombre" parecen decir. Tantos años de represión han hecho que aprendiéramos bien la lección, al menos esto es lo que se deduce al escuchar a los defensores de la "masculinidad".

lunes, 4 de agosto de 2008

Futuros gerentes de PDVSA caminan por Yonge St. en Toronto



Caminábamos mi amigo José y yo hacia un restaurante vietnamita dos cuadras mas abajo de Bloor St. En cuanto cruzamos la calle, desde atrás nos asaltó un dialecto conocido; "no panita, ya t'lo dije ya, te dije que no quiero comer japonés". El acento era inconfundible; ese sonido nasal, marcando todas las vocales menos las s. Entre tantos coño'elamadre, no joda y otras tantas muestras de la educación criolla con la que se dirigían el uno al otro, nosotros terminanos tan desconcentrados que tuvimos que dejar de hablar. Mas que un flashback fue como sentirnos transportados a una calle caraqueña, con el susto que eso implica. Luego hicimos varias piruetas para, finalmente, lograr ver a los personajes. Eran un par de chamitos, alrededor de los veinte años. La teoría de José, quien ha asimilado bien la máxima canadiense de no presuponer nada, es que quizás vinieron a aprender inglés aprovechando las vacaciones de verano. Yo sigo pensando que los venezolanos somos bastante predecibles; esas pulseritas que cargaban y decían Cuba, me dan una idea de lo que hay detrás del episodio. La "revolución" venezolana, como bien sabemos, se está pagando a realazo limpio.

viernes, 1 de agosto de 2008

Nosotros ¿los entrópicos del trópico?


En cuanto salió el epígrafe de la película Apocalypto pensé, cual chavista furibundo y retrógrado, que Mel Gibson era un “imperialista de mierda”. ¿Cómo se le ocurre citar a Will Durant, crítico de lo que ahora se conoce como eurocentrismo, con la frase “Una gran civilización no es conquistada desde afuera hasta que se ha destruido a si misma desde dentro”? A primera vista me pareció una obvia legitimación de las invasiones de Estados Unidos, desplazadas en la película a la figura de los españoles.



Porque vamos a estar claros, el temita de que “los otros” necesitan ser gobernados ha sido el argumento para que las potencias del momento justifiquen sus proyectos expansionistas y colonizadores. Además, sin el contexto de la frase, y dentro del asunto de la conquista de América, la primera lectura que se hace es que los americanos necesitaban de los españoles para contener la manía salvaje de andar cortando cabezas, sacar corazones y cazar a los humanos como si fueran jabalíes. El gran detalle esta en que los europeos no vinieron a salvar a nadie. Por casualidad se encontraron un continente, lleno de extraños a los que no reconocían como humanos y, así nomas, decidieron depredar sus posesiones y quedarse con sus tierras. Punto.

Pero volvamos a la película. Vamos a ir mas allá de la obviedad hasta encontrar un mensaje para nosotros (cosa difícil cuando su autor, estando borracho, insulta a los chivos expiatorios de la humanidad, los judíos). Mel Gibson ha citado a un cr
ítico del eurocentrismo, a un chico bueno, de los que esta con nosotros, los subalternos. Quizás, entonces, hay que leer con cuidado el texto y prestar mucha atención. A fin de cuentas, que llegaran los españoles fue un accidente. Igual los Mayas se estaban cortando las cabezas y sacándose los corazones. Si nos quedamos con esto, lo que se nos presenta, entonces, es una sociedad en decadencia, un pueblo que se negó a repensar sus practicas y que apostó a incrementar el número de sacrificios para salir de una crisis. Para decirlo en corto, una cultura desesperada y suicida (cualquier semejanza con la oposición venezolana es pura coincidencia).

Dejemos a un lado la realidad histórica de este punto y entendamos el mensaje de la película. Quizas Mel, no del lado de Bush sino de los iraqu
íes y, en esta lectura de los venezolanos, nos está diciendo “mírense a ustedes mismos, si son un grupo fuerte y vigoroso –vitalistas en un sentido nietzscheano– no tienen por que temer a los invasores, van a poder hacerles frente. Si por el contrario, están en conflicto interno, un invasor solo sera un catalizador que acelerara su ya decretada muerte”.

Vista de esta manera, la película se convierte en materia obligada para todos los venezolanos. Estamos jodidos, no porque estemos en un mundo imperialista, sino porque hemos decidido que para acabar con la crisis tenemos que destruir a algún grupo en particular; hay que acabar con los chavistas grita la do
ña de Santa Fe o el pavo de Altamira, mientras desde bien dentro de algún barrio casi todos claman que están así por culpa de los sifrinos proyanquis.

Si de verdad Estados Unidos es un enemigo de Venezuela, debemos dejar de venderle petróleo. Pero no lo es: lo necesitamos mas de lo que ellos nos necesitan a nosotros. Somos un país monoproductor. No producimos ni lo básico para el consumo interno (hasta el maíz y la leche la importamos, ¿de dónde?, de Estados Unidos!). Y mientras afuera los imperialistas buscan formas alternativas de energía, Venezuela sigue apostando a su oro negro, alimentando sus delirios con los que ingresos que de su venta derivan; bien seguros de que no quede nada para el futuro.

Solo por esto, por ser tan idiotas, deberíamos inaugurar la Eutanasia Social del Siglo XXI.