lunes, 4 de agosto de 2008

Futuros gerentes de PDVSA caminan por Yonge St. en Toronto



Caminábamos mi amigo José y yo hacia un restaurante vietnamita dos cuadras mas abajo de Bloor St. En cuanto cruzamos la calle, desde atrás nos asaltó un dialecto conocido; "no panita, ya t'lo dije ya, te dije que no quiero comer japonés". El acento era inconfundible; ese sonido nasal, marcando todas las vocales menos las s. Entre tantos coño'elamadre, no joda y otras tantas muestras de la educación criolla con la que se dirigían el uno al otro, nosotros terminanos tan desconcentrados que tuvimos que dejar de hablar. Mas que un flashback fue como sentirnos transportados a una calle caraqueña, con el susto que eso implica. Luego hicimos varias piruetas para, finalmente, lograr ver a los personajes. Eran un par de chamitos, alrededor de los veinte años. La teoría de José, quien ha asimilado bien la máxima canadiense de no presuponer nada, es que quizás vinieron a aprender inglés aprovechando las vacaciones de verano. Yo sigo pensando que los venezolanos somos bastante predecibles; esas pulseritas que cargaban y decían Cuba, me dan una idea de lo que hay detrás del episodio. La "revolución" venezolana, como bien sabemos, se está pagando a realazo limpio.

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