viernes, 1 de agosto de 2008

Nosotros ¿los entrópicos del trópico?


En cuanto salió el epígrafe de la película Apocalypto pensé, cual chavista furibundo y retrógrado, que Mel Gibson era un “imperialista de mierda”. ¿Cómo se le ocurre citar a Will Durant, crítico de lo que ahora se conoce como eurocentrismo, con la frase “Una gran civilización no es conquistada desde afuera hasta que se ha destruido a si misma desde dentro”? A primera vista me pareció una obvia legitimación de las invasiones de Estados Unidos, desplazadas en la película a la figura de los españoles.



Porque vamos a estar claros, el temita de que “los otros” necesitan ser gobernados ha sido el argumento para que las potencias del momento justifiquen sus proyectos expansionistas y colonizadores. Además, sin el contexto de la frase, y dentro del asunto de la conquista de América, la primera lectura que se hace es que los americanos necesitaban de los españoles para contener la manía salvaje de andar cortando cabezas, sacar corazones y cazar a los humanos como si fueran jabalíes. El gran detalle esta en que los europeos no vinieron a salvar a nadie. Por casualidad se encontraron un continente, lleno de extraños a los que no reconocían como humanos y, así nomas, decidieron depredar sus posesiones y quedarse con sus tierras. Punto.

Pero volvamos a la película. Vamos a ir mas allá de la obviedad hasta encontrar un mensaje para nosotros (cosa difícil cuando su autor, estando borracho, insulta a los chivos expiatorios de la humanidad, los judíos). Mel Gibson ha citado a un cr
ítico del eurocentrismo, a un chico bueno, de los que esta con nosotros, los subalternos. Quizás, entonces, hay que leer con cuidado el texto y prestar mucha atención. A fin de cuentas, que llegaran los españoles fue un accidente. Igual los Mayas se estaban cortando las cabezas y sacándose los corazones. Si nos quedamos con esto, lo que se nos presenta, entonces, es una sociedad en decadencia, un pueblo que se negó a repensar sus practicas y que apostó a incrementar el número de sacrificios para salir de una crisis. Para decirlo en corto, una cultura desesperada y suicida (cualquier semejanza con la oposición venezolana es pura coincidencia).

Dejemos a un lado la realidad histórica de este punto y entendamos el mensaje de la película. Quizas Mel, no del lado de Bush sino de los iraqu
íes y, en esta lectura de los venezolanos, nos está diciendo “mírense a ustedes mismos, si son un grupo fuerte y vigoroso –vitalistas en un sentido nietzscheano– no tienen por que temer a los invasores, van a poder hacerles frente. Si por el contrario, están en conflicto interno, un invasor solo sera un catalizador que acelerara su ya decretada muerte”.

Vista de esta manera, la película se convierte en materia obligada para todos los venezolanos. Estamos jodidos, no porque estemos en un mundo imperialista, sino porque hemos decidido que para acabar con la crisis tenemos que destruir a algún grupo en particular; hay que acabar con los chavistas grita la do
ña de Santa Fe o el pavo de Altamira, mientras desde bien dentro de algún barrio casi todos claman que están así por culpa de los sifrinos proyanquis.

Si de verdad Estados Unidos es un enemigo de Venezuela, debemos dejar de venderle petróleo. Pero no lo es: lo necesitamos mas de lo que ellos nos necesitan a nosotros. Somos un país monoproductor. No producimos ni lo básico para el consumo interno (hasta el maíz y la leche la importamos, ¿de dónde?, de Estados Unidos!). Y mientras afuera los imperialistas buscan formas alternativas de energía, Venezuela sigue apostando a su oro negro, alimentando sus delirios con los que ingresos que de su venta derivan; bien seguros de que no quede nada para el futuro.

Solo por esto, por ser tan idiotas, deberíamos inaugurar la Eutanasia Social del Siglo XXI.

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