viernes, 17 de octubre de 2008

Satori 1, 2 y 3


1
La semana pasada comencé un taller de Mindfulness Meditation. Como era de esperarse, un taller de este tipo atrae un amplio rango de personas e intereses, desde abuelas aquejadas de dolor crónico, hasta adolescentes desorientados que no saben en cual palo ahorcarse. Dentro de este espectro yo, por supuesto, inmigrante con un duelo a cuestas y esa simpática mujer que hoy dejó al descubierto su locura. Ya la semana pasada la había insinuado, con un sombrero de paja de ala ancha trabado con un palillo de madera a su maraña de pelo gris, a punto de explotar en ese moño tan extraño. Hoy no solo vino con el mismo sombrero, sino con una vara para pastorear ovejas y lentes oscuros. (Mmm... de repente fue pastorcita belga en una vida pasada.) En fin, su atuendo fue lo de menos. Pidió la palabra después del primer ejercicio para agradecernos a todos nosotros, que solo sabíamos de ella que era estrafalaria, su "adelanto" de la semana. Nos explicó con lujo de detalles, presa de una emoción tan incontenible como difícil de creer, que había descubierto, con la meditación, que su "voz espiritual" estaba desconectada de su "voz natural". Su mente, su espíritu y su cuerpo, decía, iban cada uno por su lado, pero gracias a la energía del grupo, ahora se reunían y ella ya no solo se sentía el vehículo de una voz espiritual que no le pertenecía, sino la poseedora de esa maravilla del mas allá. Por supuesto, ahora lloraba, presa de un agradecimiento tan profundo como difícil de creer. Con esa perorata, a mi el mindfulness aproach se me fue al carajo y terminé apegado a mis viejos esquemas de la escuela de psicología: ok, emoción no resonante, histrionismo, ausencia de limites yoicos: Personalidad Borderline. Lenguaje abstracto sin referentes materiales y con fuerte contenido metafísico: hacia el polo psicótico. La facilitadora del grupo le dio las gracias y buena parte de los asistentes la aplaudió. Me gusto mucho la sonrisa que estos aplausos le pusieron en la cara.

2
El problema de haber estudiado psicología, filosofía y ciencias sociales, es que la experiencia inmediata se densifica a tal punto que uno termina envuelto en una vida compleja, compuesta por un entramado de capas -interpretaciones- acerca de lo que está ocurriendo. Este grupo de meditación consiste en pasar dos horas sentados, alternando ejercicios con comentarios sobre lo vivido y, factor desencadenante de mis reflexiones antropológicas, sin recesos para ir al baño o tomar agua. La gente simplemente se para cuando le apetece, saliendo lo mas imperceptiblemente que se puede en un salón abarrotado de gente sentada en silencio. A nadie parece importarle, cada cual esta en lo suyo y, a decir del comentario de mi amiga la pastora cósmica, les queda muy fácil mantenerse en sus mundos internos. La situación contrasta con otro de los grupos a los que asisto, ya no multicultural sino 100% latino. (Sí, reconozco que me parezco al personaje de El Club de la Pelea.) En este otro, los participantes se la pasan contabilizando el número de salidas de cada quien y peleando para que se apaguen los celulares y la gente se mantenga completamente absorta en lo que sucede en la reunión. "Es una falta de respeto, argumentan". De mas esta decir que pasamos mas tiempo en esto que en el objeto de las reuniones.

No puedo dejar de pensar que el gran problema que va desde el Rio Grande hasta la Patagonia es que no tenemos una idea clara de la individualidad y, especialmente en Venezuela, de lo que es el bien común. Mis compañeros de este otro grupo me muestran constantemente su temor a que los otros sean diferentes, a que se rompa la confluencia, esa simbiosis donde todos son parte de una masa amorfa llamada "nosotros". Quizas el perfecto idiota latinoamericano lo que quiere es que no se rompa esa mistificación, ese nosotros donde, así me parece, nadie es realmente feliz. Incluso lo que aprendí en la universidad acerca del "individualismo radical", luce tan desfasado de lo que se vive por estos lados; precisamente por este individualismo, es que acá se crean comunidades donde cada uno encuentra su lugar y lo que necesita, o al menos un aproximado. No conozco ninguna ciudad latinoamericana donde uno pueda ver, siquiera, un indicio de respeto a las necesidades individuales. Todos juntos, todos juntos a la mierda.

3
Guau! Nunca lo había visto tan claro! Esta vaina de la Mindfulness Meditation es mejor que cualquier droga; same trip, no crash. La semana pasada no fue gran cosa, pero nos pusieron como tarea practicar durante la semana y elegir una actividad para realizarla in a mindfulness way. (Como se traducira mindfulness?). Ahora nado de esta manera y ya no me interesa romper ninguna marca; solo me concentro en las sensaciones de mis brazos al moverse, de los abdominales contraidos, del cuello cuando se tuerce; siento las piernas, que a veces se mueven desde el estómago pero a veces solo desde las rodillas o los pies; veo como mi mirada se sumerge, veo el borde que separa el aire del agua, las burbujas... La piscina se ha transformado en un universo con, al menos, dos universos dentro, mi cuerpo y un observador que contempla a esa conciencia imbuida dentro de ese cuerpo. Ademas de esto, de la "practica informal", tengo mis momentos "formales"; tiendo mi esterilla de yoga, me conecto a los lentes y los audifonos (Sí Juan Ignacio, por fin tengo mi propio Centro Mega Mental portatil!) y paso una hora diaria meditando. No es raro entonces que, durante la sesión de hoy, comprendiera cual es "el patrón aprendido por mi mente", siguiendo el lenguaje de la facilitadora: mi cuerpo se detiene, respiro lento y profundo; me siento como un río calmo. A la vez observo como mi mente salta; brinca al pasado y aparecen los recuerdos, brinca al futuro y surgen los planes y las listas de cosas por hacer. Pero no solo eso, tambien brinca a la fantasía y entonces emergen visiones imposibles y mundos paralelos. Lo "entiendo" todo: intento controlar el futuro, aparece la ansiedad; el futuro deviene presente, pero no como lo espero, entonces aparece la rabia; el presente deviene pasado y entonces termino aferrado a que las cosas no se dieron como las esperaba; la rabia se transforma en tristeza. Mi duelo se mantiene por el apego a esos recuerdos acerca de lo que se dio de otra manera. Todo queda sintetizado en una imagen. Soy un sable de luz, pero en el extremo superior la energia se expande, es mi mente desperdigada hacia un lado, hacia el otro y hacia arriba. Soy el espectador que se lamenta porque su película no es como ha sido planeada. Asi soy, por ahora, que desperdicio.

Pastorcita, quiero decirte dos cosas. Primero, disculpame por juzgarte; segundo, no estamos locos, solo somos planetarios.

1 comentario:

adriana dijo...

jjajajajajaja, sólo somos planetarios.
Unicentro el Marqués. 2001. Abrazo.