miércoles, 22 de octubre de 2008

A lovely kinky sunday afternoon


Sí, estoy tan aburrido como el personaje de El Club de la Pelea. Es la única explicación que encuentro para pasar la tarde del domingo en un taller cuyo objetivo es introducir a las personas al kinky world. Bueno, tan poco ha sido de gratis; fue 50% curiosidad y 50% parte de mi trabajo. Ya escribiré sobre esto en otra oportunidad. La curiosidad me hacía pensar que llegaría y me encontraría con gente tan variopinta como la del taller de meditación. Me equivoqué. Resulto ser un grupo muy variado, eso sí, pero aparentemente de personas muy centradas; hombres y mujeres de todas las edades (mas de 19) y orientaciones sexuales, convocados por su afición al sexo no convencional, "perverso" o kinky.

La tarde comenzó con una sesión sobre comunicación. Al mejor estilo de los talleres de crecimiento personal, una dominatrix -especie de morticia contemporánea- nos explicaba los conceptos y alternaba ejercicios prácticos para que: a) identificáramos nuestras fantasías, deseos y necesidades; b) supiéramos articularlas para transmitírselas a las posibles personas que nos asistirían y c) pudiéramos negociar su planificación y puesta en escena. "Así que ya saben" decía, "si una de sus parejas quiere secuestrarlos durante la semana vestido de payaso, de lo que se trata no es de despacharlo groseramente sino de ver la posibilidades, quizás estipulando un periodo donde ustedes estarían dispuestos a dejarse secuestrar. Igual pueden decirle que no, pero siempre siendo corteses y dejando abierta la posibilidad de interactuar en el futuro. Recuerden, pueden necesitarlo para alguna de sus fantasías".

Sabias palabras la de Madame Pain, que me mostraban que, al menos en ciertos contextos, es posible hablar de lo que sea, literalmente, y que, de verdad, el sexo puede ser cualquier cosa, hasta un performance donde a alguien le excita ser un payaso abductor. También aprendí que, quizás, es mas fácil negociar cosas como "te pido que, por mi peso, no me dejes de rodillas mucho tiempo" o "no puedes romperme o cortarme porque tengo problemas de coagulación" que el ya casi imposible "quiero compartir mi vida contigo, pero recuerda que somos dos individuos que se unen para llevar una vida placentera y que eso no significa que nos poseemos el uno al otro".

Too much, pensaba yo, hasta que llego la segunda sesión. Un master inicio su presentación conociendo a la audiencia. "A ver, levanten la manos los que han metido la mano... ok... ahora quiero saber a cuantos se las han metido... cuantas veces? de 1 a 5... de 5 a 20, de 20 a 50.... de 50 a 99... mas de 100...". Sí! el taller de fisting for dummies había comenzado. Luego de repasar la anatomía del ano, las recomendaciones de seguridad -la gente puede hasta morir como consecuencia del proceso- y la literatura que podíamos consultar al respecto, pasamos a la parte práctica. Una pareja subió al podio y, efectivamente, mostraron como hacerlo, mientras el facilitador iba comentando y haciendo preguntas a los demostradores.

Los humanos nos caracterizamos por haber refinado y cultivado todas las actividades. No nos lanzamos al río a beber agua sino que inventamos vasos y toda una cultura para darle una nueva forma al hecho de saciar la sed. Ahora que me encuentro la demostración mas humana de lo que es tener sexo -hay que reconocer lo sofisticados que son los kinkies- resulta que no lo aguanto y me voy antes de terminar la sesión. Tema para la reflexión, supongo.

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